Las descripciones de la casa fuerte que hizo en sus manuscritos Silva Barreto encajan al detalle con el edificio del museo arqueológico. Sólo un dato parece algo confuso: dice que tiene tres torres, dos en la fachada que guardan la puerta principal y otra en un costado de la casa, “a la parte de abajo, que tiene tres esquinas”. ¿Cuál era esa torre de tres esquinas, situada a la parte de abajo?
El edificio del museo conserva una tercera torre original en la esquina SE, en la parte trasera más cercana a la torre de la casa de los Acevedos, pero no está “a la parte de abajo”. Al contrario, esta torre se encuentra en la posición más elevada del edificio. La otra torre que el palacio tiene en la parte trasera, la situada en la esquina NE (que sí está “a la parte de abajo” respecto de la anterior) no aparecía en los alzados de José de Gabriel de 1803, ni en las fotografías de Passaporte de 1934, y se constata por las fotografías que se reconstruyó durante la restauración del edificio a partir de 1970 (Lám. 1). La pérdida de esta esquina se muestra también en el plano del edificio levantado antes de su restauración (Lám. 2). Para esa ubicación que da “a la parte de abajo” la explicación que encontramos es que la que describió Silva Barreto fuera la que originalmente hubo en el lugar donde esta reconstruida la torre NE, ya que debía aún existir cuando redactó estos documentos. La otra torre que hoy se conserva en la parte trasera del palacio, la situada en la esquina SE, se amplió en un momento que no podemos precisar, con el añadido de una gran estancia con un amplio tiro de chimenea de ladrillo en uno de sus lados (Lám. 3). Este añadido no cuenta en sus esquinas con las habituales cantoneras de sillería de granito, como vemos en el resto del edificio.

Lámina 1. El museo durante su restauración en 1975. La torre NE está siendo reconstruida. Fotografía: Servicio Histórico y Cultural del Ejército del Aire (SHYCEA).
Hoy la parte baja de la torre SE está ocupada por la escalera por la que se accede a la planta alta del museo. Sin embargo en todos los planos antiguos del edificio se advierte que la escalera estaba situada en el patio, ocupando su lado Norte, que, al igual que el lado Oeste, no contaban con arquería. El “claustro mudéjar” que hoy tiene el museo fue construido en su totalidad durante la restauración del edificio (Lám. 4).

Lámina 4. Reconstrucción de las arquerías hacia 1975. Imagen: Archivo de empresa Restauraciones García Álvarez (RESGAL).
Al comparar la vista cenital actual del edificio con la que ofrece la fotografía aérea de 1943 (Lám. 5) se observa que esta torre NE no sigue la alineación del muro posterior del edificio. Ese cambio de alineación se apreciaba ya en el plano de José de Gabriel de 1803 (Lám. 6). Prolongando las líneas de la fachada trasera y del patio, siguiendo la que debió ser su traza originaria, da como resultado que se cruzan en la esquina del edificio. La torre que hubo en este punto habría sido originariamente de planta triangular, tal como la describió Silva Barreto: “de tres esquinas”.
A principios del siglo XVIII aún debía de alzarse esa torre, que quizá se vino abajo por los bombardeos de 1705, en los que la trasera del edificio sufrió un gran número de impactos. En el alzado de José de Gabriel de 1803 (Lám. 7) todavía se aprecian los impactos en la parte alta de la torre SE. Vemos en este alzado como el tejado de esta crujía se encuentra dividido con dos alturas diferentes; diferencia de alturas quizá refleje la presencia anterior de la torre en esa esquina.
En las imágenes de la restauración se aprecia que el muro que da al patio en este lado ha sido en su mayor parte reconstruido, sin que podamos comprobar que la parte nueva conserve la alineación del original (Lám. 8).

Lámina 8. Lado Este del patio, reconstruido durante la restauración. Hacia 1976. Imagen: Archivo de empresa Restauraciones García Álvarez (RESGAL).
¿Por qué escribió Silva Barreto que el palacio tenía tres torres y no cuatro? Sin duda el añadido adosado a la torre SE, con su cubierta a dos aguas y su tiro de chimenea, que cambiaban totalmente su aspecto respecto de las otras tres, hizo que Silva no la considerase ya como una de las torres de la casa fuerte (Lám. 9).

Lámina 9. La torre SE con un segundo nivel adosado sobre el que se apoya el tiro de la chimenea del salón principal.
En el último documento de Silva Barreto se vuelve a recoger el modo en que se representan los escudos de la fachada, esgrafiados “en cal raspada” [1]. Otros motivos similares describe también “en la circunvalación del Patio se ven muchos escudos de armas, como son las bandas de los Cordovas y las hojas de higuera de los Figueroas y el Aguila de los Aguilar y otras…” Pues bien, el arranque del pretil que cerraba la arquería del lado sur del patio (hoy sobresaliendo en la mal restaurada galería superior del claustro del Museo) aún conserva en su enlucido el dibujo esgrafiado con las hojas de higuera de los Figueroa (Lám. 10).

Lámina 10. Restos de decoración esgrafiada con hojas de higuera en la planta alta del claustro del Museo Arqueológico Provincial.
En la carta a Luis de Salazar y Castro Silva Barreto continuaba dando noticia de los descendientes de Bartolomé Sánchez de Badajoz, en especial de su hija Isabel de Aguilar:
Si reproducimos aquí esta parte del texto, aunque no venga al caso de lo que estudiamos, es porque dice claramente que el cuerpo de Lorenzo Suárez de Figueroa y Mendoza vino de Roma embalsamado, algo que casi todos los autores que han descrito el enterramiento ponían en duda[2]. Y que la “cama de bronce” estaba levantada del suelo. Otros detalles de la disposición original del enterramiento escribió Silva Barreto en su nobiliario [3]:
Esa disposición del túmulo explica la forma de la otra pieza de bronce que muestra las insignias del matrimonio, conservada también en el claustro de la catedral: iría colocada en el frontal del sepulcro, entre los dos pilares de mármol, lo que justifica su menor anchura respecto de la lauda y los bordes rebajados de sus laterales.
Si ha llegado hasta aquí, lo que se dice en el epitafio seguro que el lector ya lo sabe. Y si no fuera el caso, vaya mejor a leerlo en la misma lauda, en el claustro de la catedral. Sólo por eso, y por recorrer después las salas de las casas principales de los Figueroa del castillo de Badajoz, recordando a sus antiguos poseedores, habrá merecido la pena el viaje.
- Aún por realizarse en Badajoz, donde no son pocos los ejemplos, el estudio más completo sobre este tipo de decoración mural es el realizado para Trujillo por SANZ FERNÁNDEZ, F.: “Esgrafiados, encintados y enjalbegados renacentistas en torno al curso medio-bajo del rio Tagia”. En: LOZANO BARTOLOZZI, M.M. (coord.); MÉNDEZ HERNÁN, V. y ASENJO RUBIO, E. (aut.): Paisajes modelados por el agua: entre el arte y la ingeniería. 2012, pp. 445-461. Estudio ampliado por SANZ FERNÁNDEZ, F.; SANZ SALAZAR, M. y DE ORELLANA PIZARRO, J.: “La decoración y articulación de paramentos arquitectónicos en la ciudad de Trujillo: Los esgrafiados a la cal". En: Coloquios Históricos de Extremadura. 2006. Accesible en línea. ↵
- TERRÓN ALBARRÁN,M.La lauda de Don Lorenzo.Revista Alminar 1980,pág. 31. ↵
- SILVA BARRETO Y ALMEIDA, A.: Nobleza de Extremadura. RAH, fol. 18-v. ↵