Fundación y años posteriores

Introducción

El siglo IX se caracterizará por las numerosas revueltas que se dieron en Al-Ándalus, protagonizadas por las capas más desfavorecidas de la sociedad, e incitadas por los líderes locales, que hicieron frente al poder centralista de la dinastía omeya. Fruto de esos enfrentamientos, un rebelde, ‘Abd al-Rahman ibn Marwan, fundaría una población que con el tiempo sería una de las más importantes ciudades musulmanas de la península.

Las revueltas en Al-Ándalus.

Cumplido un siglo de ocupación de la práctica totalidad de la Península Ibérica por tribus islámicas, Al-Ándalus se veía salpicada de numerosos alzamientos y revoluciones contra el poder central de Córdoba. La tolerancia inicial del emirato hacia los descendientes de los hispanorromanos se sustituyó por medidas cada vez más gravosas y represivas contra éstos. Siendo la población cristiana importante en número, sumado a tribus beréberes descontentas por el reparto desfavorable de la tierra en beneficio de los colonos árabes, la situación creó un clima de oposición al régimen centralista de la dinastía omeya.

‘Abd al-Rahman ibn Marwan.

Mérida, la antigua Augusta Emerita, protagonizó numerosos alzamientos contra los omeyas, todos ellos sofocados no sin represalias. En el 868, la oligarquía emeritense se sublevó contra el emir, pero la revuelta no tuvo éxito, y fue sofocada. La ciudad fue desmantelada quedando en pie solamente el puente y la alcazaba, y los cabecillas fueron trasladados a Córdoba al servicio del emir. Entre ellos estaba Ibn Marwan. El joven decidió volver a su tierra junto a un grupo de seguidores y, dirigiéndose al castillo de Alange, se sublevó contra el emir omeya Muhammad. Tras un duro asedio de tres meses, Ibn Marwan capituló con condiciones honrosas. El emir le permitió instalarse en un lugar despoblado, llamada Batalyaws.

La fundación de Batalyaws

La primera intención declarada de Ibn Marwan fue establecerse no en el Cerro de la Muela, sino en el llamado Basharnal, que la mayoría de autores sitúa en el Cerro de San Cristóbal, situado justo enfrente, al otro lado del río Guadiana. Este lugar presentaba la ventaja de poder utilizar el río como defensa natural en caso de avance de tropas desde el sur, desde Córdoba. Pero el emir, ante la posibilidad de que se reprodujera un caso como el de Mérida, con sublevaciones prácticamente anuales, obligó a que Ibn Marwan se estableciera en la margen izquierda del río. Se ha discutido tradicionalmente acerca de si Ibn Marwan se asentó en una población ya existente en el Cerro de la Muela, o si por el contrario fundó una nueva ciudad. Los restos arqueológicos hallados en la alcazaba y en los alrededores demuestran la existencia prehistórica de un núcleo poblado en el Cerro de la Muela, pero no son de entidad suficiente como para asegurar la existencia de un poblado inmediatamente anterior a Ibn Marwan. En cualquier caso, no fue hasta la intervención de Ibn Marwan cuando Badajoz adquiere existencia permanente.

Ibn Marwan fue dotando a la nueva ciudad de todos los servicios necesarios: baños públicos, mezquitas, murallas, etc. consolidándose la ciudad poco a poco. Pero a pesar de que Batalyaws fue concebido como retiro forzoso para el rebelde Ibn Marwan, éste no cesaría en sus correrías por toda la zona, lo que ocasionó varios encuentros con las tropas del emir, la más importante en la Sierra de Monsalud, del que Ibn Marwan salió victorioso.

A partir de la muerte de Ibn Marwan, sucedida en torno a 890, se sucedieron las revueltas en contra del emir de Córdoba –lo que originó a su vez las represalias de éste– que culminaron en la fragmentación del emirato en numerosos pequeños territorios en el año 912.

Batalyaws en el Califato de Córdoba

Los sucesores de Ibn Marwan tuvieron que hacer frente al recién constituido califato de Córdoba, entregando la ciudad a las tropas del califa Abd al-Rahman III en el año 929, después de un sitio de seis meses de duración. Como castigo a la ciudad, las murallas fueron derribadas. Batalyaws quedó incorporada al califato cordobés, y fue utilizada por éste como base para las continuas campañas de saqueo y pillaje por las tierras cristianas, las conocidas razzias, en las que sobresalió la figura de al-Mansur o Almanzor, regente del califa Hisam II.

El gobierno de Sabur “el Persa”

En el 976, al-Mansur nombró a Sabur «hayib», un cargo más o menos equivalente a gobernador de la marca occidental del califato, territorio de gran extensión que abarcaría en la actualidad la práctica totalidad del territorio extremeño y la parte central de Portugal, incluida la costa atlántica. Sabur estableció la capital de la provincia en Batalyaws, y ejerció un poder casi absoluto. Durante los acontecimientos acaecidos en Córdoba a principios del siglo XI, que terminaron con el califato omeya, Sabur se proclamó independiente. Al morir en el 1022, dejó la regencia de sus hijos a Ibn al-Aftas, hombre de su confianza.

Las taifas. Los Aftasíes

Desde 1022 hasta el 1094, Badajoz sería la capital de una extensa taifa gobernada por la dinastía aftasí, que daría a la corte un sobresaliente nivel cultural en todos los niveles. Sin embargo, la debilidad de su ejército, unido a sus continuos enfrentamientos frente a los reinos cristianos al norte, y a la taifa de Sevilla al sur, acabarían con la dinastía y la independencia de la taifa.

Ibn al-Aftas “al Mansur” (1022-1045)

Antes de su muerte, Sabur “el Persa” encomendó la regencia de sus dos hijos pequeños a su hombre de confianza, Ibn al-Aftas, de origen bereber. Pero éste le traicionó, expulsó a los jóvenes de Badajoz y asumió el poder en el año 1022. Con él se inició la dinastía aftasí en la taifa de Badajoz, que se mantendría en el poder durante casi 75 años.

Cuando Ibn al-Aftas consiguió el trono, gobernaba sobre una extensión de 90.000 Km2, aproximadamente el doble de la actual región extremeña, en la que se encontraban poblaciones como Lisboa, Coimbra, Alcacer, Santarem, Évora, Mérida, Cáceres, Trujillo, Coria, etc. Sin embargo, pronto empezarían los enfrentamientos bélicos con la taifa de Sevilla, gobernada por la dinastía abbadí. Ésta deseaba extender sus dominios a costa de los territorios del sur y del suroeste del reino de Badajoz. Las victorias de los sevillanos sobre los badajocenses hicieron reflexionar al monarca aftasí sobre la necesidad de reforzar las defensas de Badajoz, muy descuidadas hasta entonces, por lo que realizó varias mejoras sobre la muralla. Se reconstruyeron los muros de la plaza en piedra y mortero de cal, aspecto este muy interesante desde el punto de vista estructural, por ser la primera vez que se menciona la piedra como material de construcción.

al-Muzaffar b. al-Aftas (1045-1068)

A la muerte de Ibn al-Aftas, sucedida en 1045, le sucedió su hijo al-Muzaffar, persona culta y refinada, que escribió obras de erudición hoy perdidas, las llamadas al-Muzaffarī. En consonancia con su carácter dotó a la Corte de una importante vida cultural y se rodeó de numerosos sabios y poetas, situación que contrasta con las repetidas pérdidas territoriales sufridas durante su reinado. La heredada enemistad de al-Muzaffar con la taifa sevillana continuó siendo motivo de disputas y luchas que sólo cesarían tras la mediación del rey de Córdoba, mientras que por el este se viviría una situación similar con el reino de Toledo, con el resultado de que el territorio del reino de Badajoz quedaría desolado y arrasado. Al-Mu`tadid b. `Abbad, rey de la taifa de Sevilla, devastó la región en 1051.

Esta situación sería aprovechada por los reinos cristianos del norte, especialmente por Castilla y León, para atacar los territorios del norte del reino, que fueron conquistados sucesivamente por Fernando I. Sólo gracias al pago de las llamadas parias (tributo en reconocimiento de superioridad) pudo parar al-Muzaffar estas incursiones por el norte. A su muerte sucedida en 1068, Badajoz había sido despojado de grandes extensiones de territorio en el norte y suroeste.

Guerra Civil (1068-1072)

Antes de su muerte, al-Muzaffar nombró heredero a su hijo Yahyá al-Mansur. Sin embargo, cuando falleció el monarca en el 1068 y Yahyá se hizo con el trono, su hermano Umar, quien gobernaba sobre Évora y los amplios territorios occidentales, declaró la guerra a su hermano creyendo tener más derechos para ocupar el trono que él. El reino de Badajoz entró en una guerra civil fratricida, siendo apoyado Yahyá por el Rey de Toledo, al que nombró heredero del trono, y Umar por el Rey de Sevilla. La guerra se prolongó cuatro años, hasta la muerte imprevista de Yahyá en el 1072 probablemente. Quedaron las ciudades y los campos del reino aftasí arrasados.

Umar al-Mutawakkil (1072-1094)

Finalizada la guerra civil, al-Mutawakkil trasladó su corte desde Évora a Badajoz, con la firme intención de continuar la labor de su padre, al-Muzaffar. Al-Mutawakkil, al igual que su padre, tenía una importante formación cultural. Fue un amante de la poesía, que dotó a su corte de una actividad cultural extraordinaria, rivalizando con otras cortes musulmanas en cantidad y calidad de poetas, músicos, sabios, etc. Dentro de su corte albergó a grandes poetas procedentes de todo el reino, como Ibn Muqana, Ibn Abdun o los hermanos al-Qabturnu.
A pesar de que al-Mutawakkil se propuso recuperar el poder militar de antaño y consolidar sus territorios, la guerra con su hermano al-Mansur había dejado exhaustos los recursos del reino, por lo que sólo gracias a las parias pagadas al rey de León pudo disfrutar de un corto periodo de paz. Con la conquista de Coria y, sobre todo, del reino de Toledo, los reinos musulmanes encontraron como única salida para parar el expansionismo de los reinos cristianos el recurso a los almorávides, grupo de tribus del Atlas marroquí caracterizada por su ferocidad y su celo religioso.

Tras la batalla de Zalaqa (Sagrajas), en las proximidades de Badajoz, donde el ejército cristiano comandado por Alfonso VI de León fue derrotado totalmente por los almorávides en el 1086, éstos se fueron haciendo uno a uno con prácticamente todos los reinos musulmanes de Al-Andalus. Los intentos de al-Mutawakkil de enfrentarse a los almorávides fueron vanos. Llegó incluso a ceder la ciudad de Lisboa y sus alrededores al rey leonés Alfonso VI a cambio de su ayuda. Sin embargo, el monarca aftasí y sus hijos fueron apresados y ejecutados en el año 1094. La dinastía aftasí desaparece y Badajoz pasa a partir de entonces a formar parte del imperio almorávide.

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