Siglo XVIII y comienzos del siglo XIX
El difícil inicio de siglo
Tras la Guerra de Secesión de Portugal en el siglo XVII, Badajoz aún conservaba las huellas de un conflicto que se alargó durante 28 años y que empezaba poco a poco a curar sus heridas, teniendo como protagonista de esta mejoría al obispo Marín de Rodezno, quien contribuyó a la realización de numerosas obras. Sin embargo, en 1701 estallaría la Guerra de Sucesión, que tendría nuevamente a la ciudad como triste protagonista de nuevos sitios, bombardeos y arrasamientos, sin contar con la pesada carga de alojar a las tropas en la ciudad. Hasta 1713, fecha en que cesaron las hostilidades, Badajoz tuvo que vivir entregada a la actividad bélica, presentando un estado lamentable.
La población
Prueba del daño que causó las prolongadas guerras en la ciudad fue la pérdida de población. En 1717, Badajoz contaba con 7.200 vecinos, aproximadamente 2.800 vecinos menos que un siglo antes. Muchas personas decidieron emigrar a lugares donde no estuvieran en peligro ni sus vidas ni sus pertenencias, además de poder arruinarse con los saqueos y el alojamiento de tropas en sus viviendas.
A pesar de esto, la población aumentó durante todo el siglo XVIII favorecida por la ausencia de conflictos armados y epidemias, además de conseguir desarrollar un creciente y pujante comercio. A mediados de siglo, existían numerosas viviendas y solares abandonados desde la Guerra de Sucesión, obligando el Ayuntamiento a sus propietarios ocuparlas bajo pena de expropiación, debido a la necesidad cada vez mayor de viviendas donde alojar a los vecinos. Y es que en 1787, Badajoz contaba ya con 12.000 vecinos, 5.000 más que setenta años antes.
La sociedad de la época
La sociedad del Setecientos que habita Badajoz apenas había modificado su estructura con respecto a las etapas anteriores. Seguía estando fuertemente estamentada, con la nobleza y el alto clero como las clases privilegiadas y poseedoras del poder económico y social. La clase media, o el Tercer Estado, era una amplia mayoría, dedicada principalmente a los trabajos agrícolas. Existían también grupos marginales, conformados por pobres, gitanos y esclavos. Un instrumento de capital importancia para conocer la sociedad son las respuestas al Catastro de Ensenada, de 1752.
La nobleza. La nobleza, que en una relación elaborada por el Ayuntamiento en 1775 incluía a 60 personas de esta condición, siguió siendo el grupo dominante. Basaba su poder en la propiedad de la tierra y en el control de las principales instituciones. Sin embargo, nuevos gobernantes educados bajo los presupuestos de la Ilustración tratarían de poner en marcha, no sin grandes dificultades, los proyectos reformistas del momento.
El clero. A mitad de siglo, según el Catastro de Ensenada, existían en Badajoz 180 eclesiásticos seculares y 262 regulares distribuidos en cinco conventos y dos colegios, además de 229 religiosas pertenecientes a 8 conventos más, de tal manera que el estamento eclesiástico suponía un porcentaje nada despreciable del 7% de la población total.
El estado llano. La mayor parte de la población de Badajoz se integraba en el estamento de los no privilegiados o estado llano, formado por un reducido grupo de grandes y medianos propietarios, una pequeña representación de funcionarios, comerciantes, hombres de negocio, artesanos y una gran masa de jornaleros agrícolas, peones, criados y marginados. Badajoz es por definición una ciudad agrícola porque la mayor parte de su población activa se ocupa en el sector primario (60% según el Catastro).
Los jornaleros, campesinos sin tierra, eran mayoría en la población activa, y representaban las tres cuartas partes de la población empleada en la agricultura. Los artesanos siguieron trabajando dentro de los estrechos márgenes que les imponía la organización gremial bajo el control del Ayuntamiento.
Sobresalen por su actividad los albañiles, carpinteros y cerrajeros. Estos grupos formaban un sector pequeño, orientado básicamente a satisfacer la demanda local. Los funcionarios locales y estatales que conforman el sector servicios están también presentes en la ciudad, en una proporción que igualaba a los comerciantes, quedando el resto repartido entre los profesionales liberales, sanitarios, transportistas, maestros, etc. Una presencia habitual en Badajoz era la de los militares, tanto de alta como de baja graduación, durante todo el periodo moderno.
Los marginados. Una de las minorías étnicas que sufrió la marginación del resto de la sociedad fue la etnia gitana. Hacia 1788 representaba el 1,5% de la población de Badajoz. Cinco años antes, una Pragmática de Carlos III pretendió su integración forzada, obligándoles a renunciar a sus costumbres y cultura. Y junto a los gitanos, los esclavos (muy escasos ya), los pobres y vagabundos conformaron los marginados de una sociedad injusta y nada igualitaria.
Visitas Reales
El 19 de enero de 1729 tuvo lugar el doble enlace entre los hijos y herederos de la corona portuguesa con los de la corona española. El príncipe del Brasil, José de Braganza, casó con la infanta española María Ana Victoria, mientras que el Príncipe de Asturias, futuro Fernando VI, casó con Bárbara de Braganza. La entrega de los respectivos cónyuges tuvo lugar en un puente construido a tal efecto sobre el río Caya. Dos días después se celebró la boda entre Fernando y Bárbara en la Catedral de Badajoz.
50 años después, en 1777, Ana Victoria, ahora Reina Madre de Portugal, llegó a Badajoz en su viaje hacia Madrid, para visitar a su hermano, Carlos III. Esta visita quedó registrada en la crónica que Leonardo Hernández Tolosa realizó durante aquellos años sobre Badajoz.
Servicios Públicos de la ciudad
Durante el siglo XVIII Badajoz contó con los hospitales de la Concepción, de la Cruz y de la Piedad, que a mediados de siglo se fundieron en la nueva Casa de los Niños Expósitos, Huérfanos y Desamparados, a los que se unió a finales del siglo el Hospital de San Sebastián. También existían hornos para la cocción de pan, molinos harineros, almacenes de trigo, carbón, nieve (traída de los neveros de Gredos hasta villar del Rey), hielo y sal. La venta de vino era gestionada por el propio Ayuntamiento, quien otorgaba las licencias a los vendedores autorizados para ejercer la venta.
Prácticamente toda la actividad económica estaba regulada mediante las ordenanzas municipales. En el caso de las de 1767, regulaban toda la actividad del concejo, quiénes podían ejercer las distintas actividades, qué autoridades existían, qué multas tenían los infractores, etc.
Como ejemplo, la actividad de la pesca en el río Guadiana, que estaba fuertemente regulada, de tal forma que no se permitía la pesca en días de diario, salvo a los eclesiásticos y “personas de distinción”.
Comienza el XIX
El siglo XIX fue un siglo de muchos contrastes, con guerras, alzamientos, reyes en Badajoz, pronunciamientos republicanos, un rey abandonando España por Badajoz harto de los españoles, un escritor abandona España por Badajoz harto de la vida… y termina con muchos pacenses en una guerra que ni les va ni les viene. Que empieza con una muralla que la defiende, y termina con el Ayuntamiento pidiendo que se tirara. La primera solicitud en tal sentido, realizada en 1881, fue elevada por el Ayuntamiento de la ciudad
Guerra de las Naranjas
Su origen hay que buscarlo en 1800, cuando mediante el Segundo Tratado de San Ildefonso se reafirmó la alianza de España con la Francia napoleónica, que condujo a la guerra contra Portugal, aliada de Inglaterra. Habiéndose negado Portugal a cerrar sus puertos a los barcos ingleses, Francia presionó a España para que procediera a la invasión del país vecino. De esta manera, el 27 de febrero de 1801 se declaró la guerra; en mayo, un ejército de 25.000 hombres al mando de Manuel Godoy, invade Portugal.
Badajoz jugó en este conflicto el papel de base principal de operaciones del ejército español, pero sin que su fortificación interviniera ni sufriera ningún tipo de ataque. En España esta confrontación fue llamada “Guerra de las Naranjas” por un ramo de naranjo que cortó Godoy en el foso de Elvas y envió a la reina, quien junto al monarca se encontraba en Badajoz
pasando revista a las tropas.
Esta corta guerra hispano-lusa se saldó con la cesión a España de Olivenza y Táliga, y con el cierre de los puertos lusos a los barcos de guerra británicos. A cambio, Carlos IV garantizó la integridad territorial de Portugal. El armisticio se llamó “Tratado de Badajoz” por firmarse aquí el seis de junio de 1801.
La Guerra de la Independencia. Causas
Como consecuencia del “Tratado de Fontainebleau” de 1807 en que se negoció el reparto de Portugal entre franceses y españoles, Napoleón encontró la oportunidad para colocar estratégicamente sus ejércitos en España amparándose en el obligado paso a través del país para ocupar Portugal. Tras la marcha de la Familia Real española a Francia, el 2 de mayo el pueblo madrileño se levantó contra la dominación extranjera, incitando a toda la nación a un alzamiento contra los franceses. De esta manera se iniciaba la Guerra de la Independencia.
Una vez más, Badajoz jugaría su ya tradicional papel de plaza fuerte y paso obligado para cualquier movimiento de tropas entre ambos países. Pero debido al sistema defensivo que la ciudad había ido perfeccionando a lo largo del siglo anterior -baluartes, fosos, hornabeque, fuertes exteriores, así como cuarteles y polvorines- Badajoz era una ciudad bien defendida. Sin embargo fue conquistada por dos veces durante esta guerra. Algo que no había sucedido ni volvería a suceder con sus murallas intactas.
Inicios. También en Badajoz se vivieron días turbulentos al inicio de la guerra. El Gobernador Militar de la ciudad, el Conde de la Torre del Fresno fue acusado de afrancesado y muerto por una muchedumbre que había tomado las armas el 30 de mayo de 1808. Sin embargo, a comienzos de 1810 todas las condiciones parecían favorables al ejército napoleónico, que se había apoderado de Andalucía y de buena parte del sur de Extremadura; parecía que la conquista de Portugal sería pronto una realidad.
Un año después, a principios de 1811 el general francés Jean de Dieu Soult partió desde Sevilla hacia Extremadura, con objeto de atacar y tomar las plazas fuertes de la frontera. Conquistó Olivenza y a finales de enero sitió Badajoz, cuya guarnición estaba al mando del general Rafael Menacho.